El punto de partida de este viaje de aventura en la selva amazónica es la ciudad de Manaos, ubicada sobre el Río negro, casi donde éste desemboca en el Amazonas.
A 4 horas de San Pablo y a 7 horas de vuelo continuo desde Montevideo, Manaos es una ciudad de 2 millones de habitantes, un gran Chuy o si prefieren como tiene edificios altos, una gran Santana Do Livramento, al borde del Río Negro, gran afluente del Amazonas.
Zona franca desde 1967,en la que están radicadas industrias japonesas, Hitachi, Sony, Panasonic, fábricas de autos, de cerveza, etc. con un alto nivel de empleo , es una ciudad segura, caótica, con construcciones modernas feas y restos arquitectónicos deL fastuoso pasado, en muy mal estado de conservación.
Pesa un calor húmedo, soportable con ropa adecuada de algodòn o lino, fibras naturales, nada de sintètico. Las gotas de sudor se deslizan por la espalda, y por la frente. 85% de humedad siempre, entre 27 y 35 grados durante el día. Todos los hoteles, aún los de la selva tienen aire acondicionado.
Por lo general uno debe pasar la primera noche en Manaos para conocer dos puntos que valen la pena: el Teatro Amazonas, construido en la época de oro de la explotación del caucho, a fines del siglo XIX ,con piezas traídas especialmente de Paris, lámparas de cristal de Murano, mármoles de Carrara, pisos de madera de la selva y frescos de un artista italiano contratado en Padua para su ejecución. Una joyita , que simpáticos guías exhiben con orgullo, testigo de tiempos de lujo , cuando solían venir compañías de teatro y ópera a entretener a una rica y extravagante burguesía.
No eran muchas las compañías europeas que aceptaban emprender un viaje a la selva Amazónica, a fines del siglo XIX corriendo el riesgo de contraer la fiebre amarilla, pero ellos igualmente hablan con orgullo de los artistas que los visitaron en el pasado.
Otro edificio que hay que visitar es el Mercado Municipal, de hierro forjado traído de Escocia, al lado del puerto, donde vienen todos los habitantes de la ribera del Río Negro, y del Solimoes a surtirse de alimentos: salones inmensos de cachos de bananas, mangos, papayas, cupuaçus, tucumao, acai, graviolas, yucas, piñas y peces de rìo que abundan en esa zona, todo prolijamente expuesto.
Hay un Palacio, sede del Gobierno de Amazonas hasta 1967,que fue morada de un rico comerciante del caucho, al que llegan los pasajeros de los cruceros que vienen de Estados Unidos desde Belén y en cuyos jardines han hecho una pequeña muestra de la historia de la región: una casa de caboclos, nacidos en la floresta, mezcla de indìgenas y blancos, una choza de una tribu de indios del interior de la Amazonia, exhibiendo sus cuerpos desnudos y pintados, un caboclo haciendo una bola de caucho, calentando la lecha extràida de la seringueira y algunos àrboles de frutos tìpicos, como el caju.
Antes de salir de Manaos, puede ser al principio o al final de la estadía, hay que navegar unos 8 Km, para llegar al encuentro de las aguas: el Rìo Solimoes y el Rio Negro se juntan para dar nacimiento al Rio Amazonas. Las aguas barrosas color café con leche del Solimoes y las negras del Río Negro, no se mezclan nunca( las aguas se mezclan, los que no se mezclan son los sedimentos) mostrando una curiosidad, que podemos incluso distinguir claramente desde el avión.
Hasta que Iberostar, el gran operador de turismo de España, y de Europa, dueño de hoteles en todo el Mundo, aviones, y barcos, inauguró su primer crucero en el Río Amazonas, la opción para visitar la región eran alrededor de 20 hoteles de selva, construidos en la floresta, en la ribera de los ríos de la cuenca del Amazonas.
TIWA HOTEL DE SELVA
Luego de una noche en el Tropical de Manaos, hotel 5 * algo envejecido, pero con habitaciones amplias y confortables, a 20 Km de la ciudad, rodeado de un lindo parque selvático, con un zoológico, un orquidiario, y una galería de boutiques de artesanías, partimos desde el embarcadero del mismo hotel, hacia el Hotel Tiwa, que queda al otro lado del río, justo enfrente, a 12 Km. de distancia.
El Tiwa, es un complejo de cabañas de madera, construidas sobre pilotes, alrededor de un lago, en la margen derecha del río Negro, rodeado por el bosque. Desde allí con un guía-explorador se programan salidas y paseos a través de una pasarela de madera y de puentes colgantes que se internan en la selva. El circuito es de aproximadamente 5 Km de pasarelas que en algunos lugares alcanzan los 7 metros de altura, diferencia del nivel de las aguas durante el año. En junio, el río alcanza el nivel más alto con sus aguas junto al muro del hotel. En diciembre, la playa tiene más de 150 metros de ancho. Dentro de la reserva natural, saliendo del extremo del lago, caminando sobre la pasarela, se llega hasta la casa de Tarzan, más de 25 metros sobre la tierra. Allí es posible dormir en una hamaca colgado de un poste y vivir la experiencia de una noche en la selva.
Hay paquetes de 3 , 4 y 5 días que incluyen un buffet brasileño bastante malo, servido por simpáticos mozos…..y que se debe compartir a veces con dos monos que saltan de mesa en mesa y de árbol en árbol. Dos ararás o papagayos de colores estridentes acompañan la estadía de los huéspedes en la piscina o en el comedor.
Las actividades que se pueden realizar desde este hotel son básicamente las mismas que se hacen desde el crucero: caminatas en la selva, visita de una casa de caboclos, avistamiento nocturno de yacarès, pesca de pirañas.
El hotel funciona con generador propio de energía, tiene teléfono y acceso a Internet.
Luego de una noche en una de las cabañas de madera, a más de 150 metros de la recepción, la última y la más cercana a la selva, escuchando los ruidos de los animales y el canto de grillos y ranas, partimos en barco también, hacia el puerto de Manaos para tomar el crucero.
GRAND AMAZON IBEROSTAR
Es un barco- hotel 5 *, recién construido en un astillero de Manaos, emprendimiento conjunto de un grupo holandés y de Iberostar , con 74 lujosas cabinas, distribuidas en 3 cubiertas para 150 personas y 58 tripulantes. Dispone de 2 suites en la proa, 2 restaurantes, 2 bares, 2 piscinas, sala de fitness, jacuzzi y sistema de todo incluido que incluye hospedaje, todos los alimentos, bebidas con y sin alcohol nacionales e importadas, cofre de seguridad en las cabinas, mini-bar y actividades turísticas con guías especializados. Las cabinas son de 23 m2, grandes, amplias, bien decoradas y equipadas, todas con balcón con reposeras, con excelentes y cómodos baños, televisión con circuito cerrado y música ambiental.
El equipo de expediciones está integrado por 10 jefes oriundos de la región, alguno nos fue presentado como biólogo, que conocen perfectamente la fauna, la flora, los cultivos y las poblaciones del Amazonas. El cometido de este equipo, también experto en técnicas de supervivencia en la selva, es conseguir que en 3 días, el visitante pueda explorar, entender y asimilar la magnitud de uno de los ecosistemas más complejos del mundo. Iberostar ha construido trillas, que permiten a los turistas penetrar en pequeños grupos en la selva y descubrir, siempre con el máximo respeto al entorno, la tipología de los árboles, flora y fauna, así como el cultivo en los bancos del Amazonas, que constituyen la forma de vida de las comunidades que habitan a lo largo del río.
Las opciones de itinerarios en el crucero son 3: de 3 noches por el río Solimoes, de 4 noches por el Río Negro y de 7 noches, ambos ríos.
Nuestro itinerario fue el de 4 noches por el río Negro.
Todos los días a las 6 de la tarde, nos presentaban las opciones para el día siguiente. Las actividades comienzan temprano, por lo general a las 8 de la mañana, después de un copioso desayuno que puede ser en la terraza o en el salón principal, con encuentro en la recepción… hay un tour que se hace a las 6, que es el avistamiento de aves al amanecer.
La comida es excelente, con una mesa buffet siempre disponible y un menú de una entrada, un plato principal a elección y postre.
Los desayunos tienen abundantes frutas, jugos, panes diversos, y elaboran a pedido omelettes, tortillas, o algo especial.
A la llegada de los paseos, por la mañana, una picada es ofrecida en el deck de la piscina, antes del almuerzo y de tarde, una opción de ricas tortas y sandwiches, a la hora del té.
A las 11 de la mañana, todos los días, en la sala de conferencias, se dan charlas sobre fauna y flora de la Amazona, diversidad de insectos, e información general de la región y sus habitantes.
Por la noche, después de la cena, los guías y animadores suelen organizar juegos en el salón principal. El bar de la piscina en la terraza está abierto hasta tarde en la noche. Los paseos se hacen en lanchas de 20 pasajeros, conducidos por el chofer –guía, que es un conocedor de la región, acompañado de un animador-guía. Es obligatorio el uso de chaleco salvavidas mientras duran los paseos.
El recorrido del crucero es principalmente en el archipiélago de Anavilhanas, el mayor archipiélago fluvial del mundo, con 400 islas, centenas de lagos, ríos, igapòs ( selva inundada casi permanentemente o por períodos muy largos), ricos en especies vegetales y animales. Este conjunto de islas es un paraíso para biólogos y ecologistas, protegido por la ley federal que creó la estación ecológica de 350 mil hectáreas.
De noviembre a abril, periodo de crecidas del río Negro, la mitad de las islas está inmersa y los animales se refugian en las partes mas elevadas. Cuando las aguas bajan, las islas descubren playas de 90 Km y canales que como una red, atraviesan toda la región. Anavilhanas se encuentra muy cerca del Parque Nacional de Jaú., la mayor reserva forestal de América del sur, con 2 millones de ha. también bañadas por el Río Negro.
El crucero navega remontando el Rìo y va parando en lugares pre-establecidos, de donde zarpamos en lanchas , en grupos de 20, para explorar la selva y los lagos.
A veces se pueden ver yacarés en actitud alerta, esperando sus presas, garzas, buitres y bandadas de monos sacudiendo las ramas de las copas de los árboles. Estos paseos son realmente disfrutables, especialmente al caer la noche o al amanecer cuando se entremezclan los cantos de los pájaros y las ranas, con el trinar de los grillos y el aullido de los monos chifladores.
Uno de los días, salimos a pescar pirañas que abundan en esas aguas. Peces voraces, acuden de inmediato al olor de la carne, pican, las observamos y luego vuelven al agua, en actitud responsable y preservadora.
Otra mañana, salimos temprano en lancha para explorar la selva , guiados por un guìa experiente munido de un machete.
Se llega a una playa directamente, ya que no hay muelles de acceso. La caminata en la espesura del bosque húmedo dura más o menos una hora y media, durante la cual se observan árboles, plantas, hormigueros, se escuchan cantos de pájaros y con suerte se pueden divisar monos que suelen andar en grupo de 40 o más, muy guía- explorador, machete en mano, encabeza la fila india de participantes, mostrando árboles de cuya corteza se extraen polvos que sirven para el dolor de cabeza, o sacudiendo cañas que se transforman en espléndidas palmeras. Lo seguimos en silencio, escuchando el ruido de las ramas y el trinar de los pájaros. Nos muestra como de un tronco de un tipo de árbol, se puede extraer
Agua dulce para calmar la sed de expedicionarios perdidos o se detiene en silencio para mostrarnos lo que cree son las huellas de las garras de un jaguar en la corteza de un árbol.
Luego de una hora y media de caminata, regresamos
Nuevamente a tomar la lancha que nos llevará entre lagos y bosques al barco.
Por el color de las aguas, se dice que hay 3 tipos de ríos en la Amazona, los “ríos blancos”, los “ríos negros” y los “ríos claros o azules”. Los ríos blancos nacen en Los Andes, arrastran mucho barro y sedimentos y sus aguas son turbias. Los ríos negros tienen un color parecido al té: se originan en suelos arenosos que tienen muchos bosques inundables y el color marrón se debe a la falta de arcilla. Los ríos claros o azules vienen de zonas llanas, con poca erosión de lluvia. El ph de las aguas determina el número de insectos que viven en los distintos ríos: cuanto más alto es éste, menos insectos hay. En el rìo Negro, no hay mosquitos, solo al atardcecer conviene protegerse preventivamente.
Los bosques del Río Negro no son ricos en árboles frutales, ya que no son tierras muy fértiles. , por lo tanto la fauna que come de esos frutos, no es tan abundante como en el Solimoes.
Hay dos peces que abundan en el río y que son los más grandes con escamas en agua dulce: el pirarucu y el tambaqui, ambos exquisitos, carnosos y con pocas espinas.
Avistamiento de yacarès
El paseo estrella, el más aventurero y tal vez peligroso es la noche de los yacarés. Salimos en lancha nuevamente, ya entrada la noche, con dos expertos guías baqueanos, y un gran foco de luz. Todos los ocupantes de la lancha tenemos nuestras propias linternas para ayudar a divisar los reptiles que por esos lugares se encuentran en los llanos, cerca de la orilla, con su cabeza medio hundida y sus ojos que brillan. La luz los inmoviliza, tal vez los encandile. y nos acercamos. Con destreza, el guía se inclina en la proa de la lancha, con medio cuerpo afuera y con un movimiento brusco y ágil, los agarra por el pescuezo. Hablamos de pequeños yacarés de 6 meses de vida y 50 cms de largo. Inmediatamente todos lo observamos, sacamos fotos, y estudiamos su anatomía. Luego de un rato, de nuevo al agua.
Cuando el tamaño del animal es mayor, su caza es con un bastón y una especie de bozal. La lucha se desata, el yacaré resiste con energía, gasta todo su ácido láctico, se acalambra y se queda inmóvil, ocasión que el guía aprovecha para que todos podamos observarlo. Llegamos a capturar uno de más de dos metros y medio, y los hay de hasta 7 también.
Delfines rosados
Otro de los paseos que realizamos fue a Novo Airao, pequeña ciudad a 130 Km arriba de Manaos, donde una familia de caboclos, dueña de un restaurante flotante cuida más de 20 botos o delfines rosados de agua dulce, que los pescadores han querido exterminar creyendo que embarazaban mujeres, como cuenta la leyenda. En una plataforma flotante, las hijas de Marilda de 10 y 12 años, metidas en las aguas ferrozas del río juegan con los delfines a los que premian con pedazos de pescado. No es un show. es una escena cotidiana en ese pueblo de la selva amazónica, cuyos habitantes están plenamente comprometidos con el cuidado y la preservación del ambiente .
La última noche ya más cerca de Manaos, el barco recibe la visita de un grupo folklórico de la región que nos ofrece un show de vibrantes danzas de la selva, al ritmo de las músicas indígenas, bellísima expresión de la cultura popular del Norte de Brasil.
Al ritmo contagiante de dos para aquí, dos para allá, que los manaurenses llevan en la sangre y los turistas aprenden fácilmente, los toadeiros cantan los misterios de la floresta, la leyenda de sus pueblos y principalmente la rivalidad entre los boi.
No podemos regresar del Amazonia sin antes interiorizarnos sobre la fantasiosa rivalidad existente entre esos dos grupos folclóricos Boi Garantido y Caprichoso, al que como si fueran equipos de
Fútbol, unos apoyan y otros combaten.
Bumba-meu-boi tiene su origen en las tradiciones africanas que los esclavos traían consigo mezcladas con las europeas, de corridas de toros y reproduce el rapto, la muerte y resurrección del buey, una historia que metaforiza el ciclo agrario.
Todo nació durante el ciclo del caucho, durante el cual bumba-meu boi de Marañón desembarcó junto con los nordestinos que vinieron a probar suerte a Manaos. Allí echó raíces e incorporó
Elementos regionales: cobras, tribus feroces, pumas. y se transformó en boi-bumba.
Una vez por año, 28, 29 y 30 de junio, el festival folclórico de Parintins a 420 Km de Manaos, es una lucha animada y creativa entre los Boi Garantido Y los Caprichoso, reuniendo millones de personas, fantasías y alegorías, en una grandiosa ópera amazónica.
Es una competencia del tipo de las escuelas de samba de río que desfilan y concursan en Carnaval, pero con personajes y alegorías de la selva amazónica.
Al cabo de 4 noches, el crucero llega a Manos nuevamente donde desembarcamos despuès de haber navegado hasta el encuentro de las aguas, curioso fenòmeno de la naturaleza.
Es un viaje impredible para aquellos viajeros que aman la Naturaleza, y quieren disfrutarla con todo el confort de un Hotel cinco estrellas.
María Sara Baroffio de San Martin
Jetmar Punta del Este
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