Estambul es la única ciudad del mundo que toca dos continentes. En media hora, en un ferry, y más o menos por el mismo precio que el de un boleto de ómnibus de Montevideo, se puede cruzar el Bósforo (un estrecho que une el Marmara o Mar mediterráneo y el mar negro) y así viajar de Europa a Asia.
La sensación es muy peculiar…
Ese cruce lo hicimos un domingo de tarde (creo que el mejor día para ir) porque la gente sale de paseo, el clima por las calles es animado… y se puede disfrutar una de las puestas de sol más lindas …(ya lo dijo Edmundo de Amicis, “El Bósforo es la mejor vista del mundo, quien lo niega insulta al Dios»).
(Otra forma recomendable de recorrer el Bósforo es en pequeños barcos que circulan por el medio y se aprecian de ambos lados las dos costas, asiática y europea, el paisaje y construcciones son impresionantes, entre ellas las vistas desde el agua de los palacios de Topkapi y Dolmabahce).
El palacio de Topkapi fue habitado por los sultanes hasta el siglo XIX, cuando debido a los incendios y falta de comodidades decidieron mudarse al Dolmabahce, que es casi una replica de Versailles, con estilo completamente diferente al anterior. En el museo de Topkapi, está el bastón de Moisés… quien es reconocido por la religión musulmana como uno de los profetas, así como Jesús.
Retomando con la puesta del sol junto al Bósforo, justo al lado del agua hay como unos grandes escalones con almohadones persas, para sentarse descalzo en el piso y tomar té de manzana (muy típico y delicioso, lo sirven en todos lados)… mientras el sol baja y se esconde por detrás de las mezquitas del lado europeo… realmente muy recomendable.
La ciudad es sumamente panorámica, con edificios bajos, y creo que lo más llamativo son las más de 2000 mezquitas que la decoran con sus techos redondos y sus minaretes… marcando el perfil de cada una contra el cielo.
Si bien Turquía es un país sin religión oficial, lo cierto es que la mayoría de la población es Musulmana. A distintas horas del día, estés donde estés, se pueden escuchar los llamados a orar, mediante oraciones cantadas en árabe que erizan la piel y se sienten en todo el barrio de cada mezquita.
Nosotros visitamos la mezquita azul, que es una de las más lindas (hombres por un lado, mujeres por otro). Para ingresar fue necesario cubrirnos ya que íbamos de remera y no está permitido para las mujeres entrar con los brazos descubiertos, pero las prestan directamente allí.
Me gustaron mucho las mezquitas. A diferencia de las iglesias católicas no hay bancos, ni imágenes, ni velas. Donde estaría el altar en una iglesia, hay una escalera “sin fin”, (hacia el cielo) y si mal no recuerdo apuntando a la meca.
Los techos de la mezquita son muy altos, y a la altura de los techos de las casas hay unas estructuras con luces, y están allí justamente para “demostrar la magnificencia del templo”, según nos explicaron, y apreciar la diferencia entre los techos que nos cubren cada día y los de la casa de dios.
Toda la superficie, que es enorme, esta cubierta por alfombras gruesas, tejidas a mano, que invitan a sentarte a rezar o meditar.
La antigua basilica Santa Sofía, (que en realidad se llama así por un error de traducción, ya que el nombre “Aya Sofya” en español significa Divina Sabiduría y de hecho no hay ninguna santa “Sofia” en la religión Católica) luego se convirtió en mezquita en el imperio Otomano, para hoy día no ser ni lo uno ni lo otro.
Fue convertida en museo por Ataturk, fundador de la República de Turquía y defensor del laicismo del Estado en el año 1930, y representa la lucha entre las dos civilizaciones y símbolo de tolerancia, ya que dejaron al descubierto en la mitad del templo los símbolos cristianos y en la otra mitad los musulmanes.
El Gran Bazar
No se puede dejar de visitar el Gran Bazar, un enorme predio casi laberíntico (del tipo de una expo feria, tal vez no sea la descripción más glam pero si la mas precisa) donde se pueden comprar alfombras, alhajas, cerámicas pintadas a mano… de todo… pero es fundamental armarse de paciencia porque todo es “negociable”, imposible ir con poco tiempo porque es casi ofensivo no regatear por cada pieza y compartir unos 20 minutos de charla con el vendedor, que se interesa por tu nombre, país (“ahhhh Uruguay, Lugano”…me decían muchas veces y a mi me llevó un invierno más y un cuarto lugar en la copa mundial saber de quién me hablaban), y por supuesto, son grandes piropeadores como casi todos los turcos.
Y después de cerrar su negocio, ya no pregunten por el precio de artículos similares en otros puestos, seguramente el primer precio que les den sin regateo sea menor que el que lograron después de los 20 minutos de ardua negociación…
Hamam (baño turco)
Ese mismo día fuimos a tomar un baño turco y agradezco haberme animado, nadie que vaya a Estambul se lo debe perder!
El lugar que elegimos para tomar los baños (Suleymanye) ya es histórico (fue construido en el año 1500 por la esposa de un Sultán) y es recomendable pedir hora telefónicamente el día anterior (el costo es aproximadamente 80 euros)
El baño turco “completo”, consiste primero en una exfoliación general realizada por señoras turcas grandes y fortachonas, mientras una está acostada en una base de mármol tibia… seguido de un baño con espumas y mucha agua, lavado de pelo ahí mismo (todo a mano por las señoras turcas grandotas), piscina hirviendo y luego de eso, un masaje con aceites aromáticos de 30 minutos.
Para terminar, relax con te de manzana (de nuevo) y comida para quien quiera. Todo esto se hace “comunitariamente” con muchas mujeres, todas desnudas, turistas y locales… la experiencia es rara y un poco intimidante, pero sumamente relajante.
Según me contaron los hombres, el baño masculino es menos “gentil” que el femenino… hay que prepararse para sufrir un poco a mano de los fortachones masculinos turcos…
Dura más o menos una hora y media, aunque no hay límite de tiempo para quien quiera quedarse a conversar o dormir en sillones comodísimos y llenos de almohadones.
La hotelería en Estambul es buena, los medios de transporte público también (taxis, ferrys, incluso un tranvías) y hay comida para todos los gustos.
Imperdibles son los kebab (rollos de masa rellenos de carnes y salsas)… yo recomiendo los de pollo porque el cordero es bastante fuerte… y no apto para todos los gustos.
Personalmente el idioma turco me resultó imposible de entender ni aún manoteando los conocimientos aportados por otros idiomas que sí hablo, y poca gente habla español o inglés fuera del gran bazar… para tener en cuenta, paciencia y una guía traductora a mano…
Sin duda, hay mucho más para ver… la plaza Taksim, la cisterna, la calle Istiklal, el mercado de especias, la torre Galata…. Una semana es un buen tiempo para disfrutar de esta preciosa ciudad!
Alejandra Bermúdez
Jetmar Viajes
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