Son los países pequeños de Europa, los que pasan más desapercibidos. Sin embargo, podrían pensarse como una alternativa a los caminos trillados de Europa sin que ello signifique conformarse con menos. Países que encierran ciudades con siglos de historia, fastuosos cascos medievales en algunas de sus ciudades, castillos, paisajes de montaña (especialmente en el caso de Eslovenia y Eslovaquia), algunas de las razones para pensar seriamente en conocerlos. Pero vamos paso a paso o país a país:
1. Eslovenia
La República de Eslovenia combina (en sus límites con Italia, Croacia, Hungría, Austria, y el mar Adriático) en un territorio pequeño majestuosos paisajes de costa, montaña y zonas urbanas de larga historia. Con su capital Liubliana, Eslovenia permite sorprender a cada visitante con maravillas por sobre y por debajo de la tierra. Cañones subterráneos, cuevas, castillos dentro de una cueva, sobre acantilados, lagos que parecen sacados de un cuento (lago Bled), cascadas. Y también, playas a pocos kilómetros de los Alpes Julianos, con un clima templado de costa, a clima de montaña a medida que ascendemos. Y todo, con una formidable infraestructura, carreteras, y un país de entre los más avanzados de la llamada “Nueva Europa”.
El nombrado lago Bled, es una de sus postales más románticas y famosas, imagen con la que empezamos éste breve recorrido visual:
2. Eslovaquia
Eslovaquia se encuentra rodeado de países como Polonia al norte, al este con Ucrania, al sur conHungría, al oeste con Austria, y al noroeste con República Checa. Tras la caída del comunismo, de hecho Eslovaquia se escindió de la actual República Checa (anterior Checoslovaquia).
En un territorio interior, entre paisajes de montañas (los Cárpatos) donde los bosques cubren casi la mitad del país, con centros de esquí, lagos, valles de ensueño, atravesado por ríos legendarios como el Danubio. Eslovaquia es un país atractivo además de sus paisajes, por sus pueblos, sus castillos encaramados en montañas, sus iglesias de madera, y sus ciudades como Bratislava. De hecho, sus paisajes están muy bien conservados, como pocos puntos de Europa (En tiempos de la URSS en ese sentido se hizo por omisión un buen trabajo). Eslovaquia es sobre todo naturaleza de montaña, y ciudades históricas por descubrir.
3. Estonia
Estonia es otro país para apuntar, aunque ésta vez más al norte (y un tanto más frío, con inviernos crudos) como uno de los países Bálticos. Su capital es Tallin, y está situada limitando al sur con Letonia, al este con Rusia, y al norte con Finlandia (país al que está muy conectado con ferrys a Helsinki). De enormes lazos con los países nórdicos, Estonia es una sorpresa si se quiere, ya desde su capital: un casco medieval que parece literalmente sacado de un cuento, rodeado de una imponente muralla. Está conservado de un modo excelente, con sus torres intactas y ángulos que lo convierten en uno de los mejores cascos medievales de Europa.
Estonia es un país de pantanos, bosques e islas en el Mar Báltico. Y de hecho, no posee grandes elevaciones. Siendo un país poco poblado, no cuenta con grandes ciudades (de más de un millón de habitantes) por lo que todo se hace apacible y tranquilo. Está recibiendo cada vez más visitantes, que crecen de un modo acelerado. Y creo, las razones saltan a la vista en cada imagen:
Fuente: Viajobien.com
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